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El Séptimo Viaje de Simbad

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El Séptimo Viaje de Simbad El siempre inquieto Simbad zarpa una vez más, con el resultado habitual. Solo en una tierra desolada, Simbad hace una balsa, navega por un río y llega a una gran ciudad. El jefe mercader une a su hija con Simbad y los nombra sus herederos y, convenientemente, muere. Los habitantes de esta ciudad se transforman una vez al mes en aves y Simbad se sube a una de las personas-aves, que le lleva hasta la parte superior del cielo, donde escucha a los ángeles que glorifican a Dios: "me asombraba y exclamé: ¡Alabado sea Alá! ¡Alabar a la perfección de Alá!". Pero antes de terminar estas palabras llega un fuego del cielo, que consume a los hombres-aves. El hombre-pájaro sobre el que viaja Simbad se enoja con él y lo deja sobre una montaña, donde se reúne con dos jóvenes sirvientes de Alá que le dan una vara dorada para que rescate a uno de los hombres-pájaro de las fauces de una gigantesca serpiente. Al regresar a la ciudad, Simbad se entera a tra

El Sexto Viaje de Simbad

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El Sexto Viaje de Simbad "Mi alma anhela los viajes y el tráfico". Simbad vuelve a naufragar, esta vez de forma tan violenta, que su buque se esfuma en pedazos por acantilados de gran altura. Carentes de alimentos, los compañeros de Simbad mueren, hasta que sólo él queda vivo. Descubre un río y construye una balsa, que pasa por una caverna, debajo de los acantilados. El arroyo parece estar lleno de piedras preciosas y se percata de que en la isla hay más. Simbad se queda dormido por los viajes a través de la oscuridad y se despierta en una ciudad donde "los diamantes se encuentran en sus ríos y las perlas están en sus valles". El rey se deslumbra con lo que Simbad le relata acerca del gran Harún y le pide que lleve un regalo de vuelta a Bagdad en su nombre, una copa tallada de un solo rubí, con otros obsequios, como "una cama hecha de la piel de la serpiente que se tragó al elefante", "cien mil de lignáloe de Sind" y una niña esclava &qu

El Quinto Viaje de Simbad

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El Quinto Viaje de Simbad Sin embargo, los padres rocs, enfurecidos, pronto se dan cuenta y tratan de destruir el buque, dejando caer rocas gigantes que portan en sus garras. Naufragando una vez más, Simbad es esclavizado por el Viejo del Mar, que cabalgando sobre sus hombros con sus piernas torcidas, rodea el cuello de Simbad y no lo deja escapar. De día y de noche, cabalga sobre él: Simbad vería con agrado su muerte. Finalmente, Simbad elabora vino y convence al Viejo del Mar de que lo beba. Cuando el Viejo del Mar se descuida, después de haberse emborrachado, Simbad lo mata y escapa. Un barco lo lleva a la ciudad de los simios, un lugar cuyos habitantes pasan cada noche en embarcaciones, mientras que su ciudad se abandona a la merced de unos monos antropófagos. Sin embargo, Simbad arroja rocas hacia los animales y estos responden lanzándole cocos. Simbad recupera su fortuna vendiendo los cocos y ganando riquezas, y al final encuentra una embarcación que lo lleva, una vez

El Cuarto Viaje de Simbad

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El Cuarto Viaje de Simbad Impulsado por la inquietud, Simbad se hace a la mar otra vez y, como de costumbre, naufraga. Se encuentra entre salvajes desnudos, caníbales que alimentan a sus presas con una hierba llamada "la mata que mata" que los priva de la razón (similar a los frutos de los fitófagos ) y los engorda para la mesa. Simbad se niega a comer las locuras de la inducción de las plantas y, cuando los caníbales han perdido interés en él, se escapa. Una tripulación de recolectores de pimienta lo lleva a una isla donde el rey se hace su amigo y le da una hermosa mujer como esposa. Demasiado tarde Simbad descubre una peculiar costumbre de esa tierra: cuando uno de los casados muere, el otro es sepultado en vida con sus mejores ropas y joyas más costosas. La esposa de Simbad cae enferma y muere, eso deja a Simbad atrapado dentro de una caverna en una tumba comunal con una jarra de agua y siete piezas de pan. Cuando estos suministros escasos casi se agotan, otra

El Tercer Viaje de Simbad

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  El Tercer Viaje de Simbad Inquieto y con ganas de viajes y aventuras, Simbad zarpa de nuevo desde Bagdad. Pero, por casualidad, él y sus compañeros llegan a una isla, donde son capturados por "un enorme gigante la semejanza de un hombre, de color negro... con los ojos como brasas de fuego, los dientes como colmillos de jabalí y una gran mandíbula como la boca de un pozo. Por otra parte, tiene labios como de camello, colgando hacia abajo hasta su pecho, las orejas caen sobre sus hombros y las uñas de sus manos eran como las garras de un león". Este monstruo empieza a comerse a la tripulación. El gigante es claramente: Polifemo (que al igual que en la mitología griega es cegado con una estaca por Ulises = Simbad).                                        

El Segundo Viaje de Simbad

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  El Segundo Viaje de Simbad Sheherezade, en una hábil treta, interrumpe su cuento cada mañana, dejando al rey en ascuas, con el fin de burlar sus intereses homicidas. En la noche 549 de la obra, se encuentra el segundo día del cuento de Simbad el marino: "poseído por la idea de viajar por el mundo de los hombres y de ver sus ciudades e islas", le cuenta cómo creció su inquietud, ocioso, hasta que se echó de nuevo a la mar. Abandonado accidentalmente por su búsqueda, en una isla desierta y sin alimentos, encuentra un extraño objeto blanco y redondo, que resulta ser un huevo del ave "rokh" Cuando la madre del huevo aparece, Simbad se amarra a una de sus patas, mientras ésta duerme y se va volando con ella. El ave lo deja encallado en un inaccesible valle de serpientes gigantes y más aves roc. Bajo ellos, el suelo del valle está alfombrado de diamantes que los comerciantes consiguen lanzando enormes trozos de carne a las aves, las cuales vuelven a sus nidos

El Primer Viaje de Simbad

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                                                     El Primer Viaje de Simbad   Después de malgastar toda la herencia de oro que le dejó su padre, Simbad se embarca para buscar fortuna. En su primer viaje se establece en una isla, que resulta ser una gigantesco pez, en la que los árboles han echado raíces a causa del largo tiempo que ha estado durmiendo en la superficie del mar. Al realizar los tripulantes una fogata, el pez se despierta y se sumerge en las profundidades, zarpando el buque justo antes sin Simbad. Sin embargo, un barril enviado "por la gracia de Alá" le da la oportunidad de salvarse para llegar a una isla. Un día, su propio buque atraca en su puerto y recupera sus bienes. Regresa a Bagdad haciéndose la promesa de no volver a viajar (cosa que no será capaz de cumplir) donde reanuda la vida de facilidad y placer. Con el fin de su primer relato, el marino Simbad le regala al cargador Simbad un centenar de piezas de oro y se compromete a darle más, al día si